Estuve en un café tradicional del centro de Medellín, uno de esos lugares muy antiguos que visitan pensionados, donde es normal ver al lustrabotas acurrucado al lado de una mesa y al vendedor de lotería con sus billetes frente a un cliente sentado en la barra que detalla los números que le ofrecen. Por lo general dudo de la calidad del café de esos sitios, sé que usan moliendas muy quemadas, que proceden de granos importados de Perú y que su sabor deja un recuerdo en el paladar a tabaco o a hule quemado. Por eso me decanto por cafés con leche, para camuflar un poquito esos desagradables sabores. Entonces pedí un perico, lo que sería un macchiato , un café pequeño manchado de leche, oscuro, como me gusta. ¡Qué sorpresa me lleve cuando me lo trajeron! Lo primero fue que no vi azúcar en sobre al lado del pocillo, como es normal, ¿recuerdas que en otra época eran cubos? ahora son sobres alargados, por lo general te ponen dos. Lo segundo fue ese sabor raro, algo muy diferente al cafeci...
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